Infertilidad Masculina
En las últimas décadas se ha visto un descenso muy importante en el índice de natalidad en países desarrollados incluyendo los de la Unión Europea.
A partir de 1986, España se sitúa por debajo de la media de los países de la Unión Europea y en 1998, último año del que se dispone de información de todos los países, se sitúa en el penúltimo lugar, por delante sólo de Italia. Dentro de España, la tasa de natalidad de la Comunidad Autónoma de Galicia es, junto a Castilla, Cantabria y León una de las más bajas, con 18.253 nacimientos por año comparado con 76.331 en la Comunidad Autónoma de Andalucía, región que tiene el mayor índice de natalidad.
Estudios previos indican que el factor masculino contribuye en un 40% a las causas de infertilidad de la pareja, el factor femenino en un 40% y el factor combinado masculino y femenino en un 20 por ciento. Sin embargo, en los últimos años se ha visto un aumento importante en la tasa de infertilidad masculina debido sobre todo a un descenso significativo en la concentración y calidad de los espermatozoides en el semen (Carlsen et al., 1992; Auger et al., 1995; Irvine et al., 1996).
El National Institute of Health (NIH), una de las instituciones de investigación norteamericanas más prestigiosas del mundo, ha confirmado los resultados del estudio de Carlsen et al., indicando que el análisis de los datos recogidos entre 1938 y 1990 revelan que la concentración de espermatozoides en semen muestra un descenso anual de 1.5 millones por mililitro o un 1.5% por año.
Es decir, si la concentración media de esperma en el semen en 1938 era de 120 millones por mililitro, en la actualidad la concentración sería de unos 24 millones por mililitro, ligeramente por encima del límite de fertilidad de 20 millones por mililitro establecido por la Organización Mundial de la Salud.
Entre las causas principales que han contribuido a este descenso se incluyen factores tóxicos medioambientales (p.e., pesticidas, PCBs, carburantes de automóviles, lluvia ácida, etc.), medio laboral (industrias del acero, vidrio y cerámica, solventes orgánicos, barnices, refinerías, etc.), la calidad de los alimentos (pesticidas, estrógenos administrados a animales de consumo, estrógenos en los envoltorios de PVC de los alimentos, etc.), el consumo de tabaco, drogas, esteroides anabólicos, y el estrés. Estudios previos indican que hombres que consumen alimentos orgánicos no tratados con pesticidas tienen una concentración de espermatozoides en semen muy superior a hombres que consumen alimentos tratados con estos compuestos (Lipshultz et al., 1980; Strohmer et al. 1993). Esto es debido a que compuestos como los pesticidas disminuyen la producción de espermatozoides en el testículo y además inducen daño genómico en los espermatozoides (Evenson et al., 1980; 1983; 1994; 1999).