Contaminación Medioambiental
Las gónadas (el ovario y el testículo) son extremadamente sensibles a factores tóxicos medioambientales.
De hecho podrían considerarse como biosensores extremadamente sensibles que detectan la presencia de condiciones desfavorables para la reproducción. Estos factores tóxicos pueden ser endógenos (p.e., radicales libres producidos en el propio ovario o testículo) o exógenos (p.e., tabaco, radiación, tóxicos industriales, etc.).
Con el paso de los años, este "bombardeo" continuo al que se ven sometidas las gónadas por estos factores hace que la cantidad y calidad de los gametos producidos sea cada vez más baja. Si a esto añadimos el aumento tan importante en el consumo de productos gonadotóxicos y en el grado de contaminación medio ambiental que se ha producido en las últimas décadas, ello explica, al menos en parte, la disminución que se ha producido en la producción y calidad de los gametos.
Es bien sabido que la incidencia de enfermedades cromosómicas aumenta con la edad de la mujer.
Esto se cree que es debido al impacto de factores exógenos (radiación externa) y endógenos (radicales libres) que dañan los ovocitos y más concretamente a los microtúbulos encargados de llevar a cabo la segregación cromosómica durante las divisiones celulares. Si el porcentaje de ovocitos genómicamente normales en una mujer de 16 años es de un 90%, a los 40 años este porcentaje se invierte y pasa a ser a tan solo de un 10%.
Si a ello unimos el hecho de que la tasa de implantación máxima por embrión es del 45%, ello explica por qué en una mujer de 40 las tasas de embarazo son tan bajas.